Se ha puesto muy de moda salir a correr. Este “boom” tiene cosas buenas ya que realizar ejercicio físico es un hecho muy saludable, pero también tiene sus desventajas.
¿Qué es la periostitis tibial?
Es una inflamación del periostio, que es la capa más externa que recubre el hueso de la tibial. Esta inflamación se produce habitualmente por micratraumatismo repetitivo por exceso de carga o por un déficit de amortiguación de los mecanismos del propio cuerpo.
Eliminar o prevenir las causas de esta patología es el tratamiento más inteligente. De otra forma, con tratamiento puramente sintomático como se hace con la mediación, la mejora será temporal pero reaparecerá al volver a la carga habitual de trabajo y dejar de tomar el dicho medicamento.
Posibles causas de esta lesión
- Inadecuada preparación física después de un largo período de inactividad
- Calzado inadecuado
- Superficie inadecuada que provoca más vibraciones y tracciones excesivas sobre la zona de inserción de los músculos
- Traumatismos repetitivos directos sobre el periostio
- Exceso de entrenamiento
- Deficiencias biomecánicas de la postura
¿Cómo es el dolor?
La periostitis cursa con un dolor que aparece al inicio del ejercicio, después baja un poco de intensidad para volver a aparecer con más intensidad que antes. La persona nota como si la tibia le estuviera ardiendo y acostumbra a relatar que es un dolor que se encuentra en la cara antero-interna de la pierna.
Se pueden distinguir dos zonas de dolor:
- la primera es en los dos tercios distales del borde antero-interno de la tibia
- el segundo, en el tercio medio de la tibia en el borde antero-externo.
¿Cómo puede ser el tratamiento?
Este plan que incluye Fisioterapia consistirá en:
- Hielo: durante las primeras 72 horas.
- Realizar deportes sin impacto durante la fase aguda para no agravar la sintomatología. La persona puede realizar bicicleta o también natación.
- Masaje descontracturante de los músculos afectados (tibial anterior, tibial posterior, flexores de los dedos, soleo)
- Movilizaciones: del fémur respecto a la tibia y viceversa, de la tibia respecto al peroné y viceversa y también de la articulación tibio-peronea distal. Todo esto con la finalidad de dar libertad a las articulaciones de la zona de dolor y eliminar los pequeños bloqueos que se hayan producido.
- Corregiremos las deficiencias biomecánicas que hayamos encontrado en la exploración
- Descarga de la membrana interósea, ya que se trata de una membrana por donde se transmiten las fuerzas que vienen des de abajo del pie y es muy probable que en ella haya una tensión excesiva
- Movilizaciones neurodinámicas: realizaremos deslizamientos del nervio tibial, nervio peroneo profundo y del nervio safeno con la finalidad de romper las posibles adherencias que se hayan podido crear en los distintos segmentos del nervio.
¿Es necesario hacer reposo absoluto?
No será una buena decisión, ya que el hueso necesita constantemente un estímulo de presión. Una vez hayamos corregido la causa o las varias causas, la transmisión de la fuerza ascendente volverá a realizarse de forma correcta y permitirá que el hueso deje de doler. Cuando esto suceda, de forma progresiva ya podremos ir aumentando las cargas de trabajo y la persona podrá volver a correr con normalidad.
Vuelta a la actividad:
Como en toda patología, una vez resuelto el problema también tendremos que realizar un programa de prevención. En este caso le aconsejaremos a la persona que:
- Vaya a un podólogo para que le haga un estudio de la pisada y análisis de la marcha, para saber qué tipo de calzado es el más adecuado para su pie.
- Al principio evite terrenos duros y con mucho desnivel.
- Aumentar de forma progresiva la carga de trabajo.
- Realizar un buen calentamiento y unos correctos estiramientos.