Rotura fibrilar: ¿Y ahora que?
Una rotura fibrilar o desgarro es una rotura parcial o total de las fibras que componen el músculo. Cuando se produce la rotura fibrilar notaremos un dolor agudo y punzante (como si recibiésemos una pedrada) y, posteriormente, dolor a la contracción y a la palpación todo ello acompañado de inflamación y hematoma (en mayor o menor medida en función de la gravedad).
Con estos desgarros (dependiendo del grado de rotura de sus fibras) el músculo estará dolorido, habrá perdido cierta fuerza y estará limitado en movimiento.
En función del número de fibras del músculo que se afecten existen roturas de 3 grados:
Grado 1: rotura microscópica de algunas fibrillas musculares (micro-rotura).
Grado 2: rotura microscópica de algunas fibras musculares (rotura parcial).
Grado 3: rotura completa del músculo con separación de los extremos (rotura muscular).
Pueden producirse de manera directa por una contusión sobre el músculo pero, sobre todo, de una manera indirecta como consecuencia de una elongación brusca del músculo, generalmente producida por una contracción rápida y fuerte del mismo. Por tanto, sufriremos una rotura en situaciones como: mala preparación muscular por mal calentamiento, músculos débiles, músculos que tienen lesiones antiguas, músculos tensos y sobrecargados.
Ante este tipo de lesión lo primero que haremos será:
-Si la rotura fibrilar es de grado medio-alto tendremos que hacer reposo.
-Poner hielo durante las primeras 48-72 horas para bajar la inflamación.
-Podemos poner algún tipo de pomada antiinflamatoria
-Vendaje compresivo (vigilando mucho la presión que este ejerce).
-Acudir a tu FISIOTERAPEUTA de confianza lo antes posible para que nos indique el tratamiento a seguir dependiendo de la gravedad de la lesión.
-Será imprescindible realizar una vuelta al entrenamiento progresivo y no empezar de golpe con el deporte para reeducar a la musculatura de nuevo.